La cama se me agrandó y mi corazón encogido le decía a sus sueños que siguieran soñando.
Las lágrimas se dieron de baja otra vez. Acamparon en mi rostro hasta que el viento las llamó a otro lugar.
Apagué a mi conciencia, me apegué al sentimiento.
Escribí par de mensajes, que luego borré antes de enviarlos para no sentirme demasiado torpe.
Quise formatear a mi cabeza, pero eres un antivirus demasiado complicado, con demasiados trucos y demasiadas puertas. Perdí la batalla antes de empezarla.
Mientras “Soledad” me abraza… silencio me lanzó un “shh” que interpreté como que parara ya con mis lamentos y quejidos.
Mis prejuicios se burlan de mí, los recuerdos me consuelan y me matan.
Me hundo y estoy en el mismo sitio, me levanto y no me he movido del mismo sitio, aquel sitio dónde permanece mi mente.
No puedo imaginarme tu sonrisa, no quiero pensar que se la darás a otro.
Otros oídos recibirán un “Te quiero”
El sudor de otra mano empañara la tuya…
Tu cuerpo será inspiración para otro escultor.
¿Dónde dejo la desdicha y mis ganas de avanzar?
Supongo que el amor es una ficha y nunca sabes qué te va a tocar.
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