miércoles, 11 de febrero de 2009

Triste princesa


Yo te dije que creyeras, sin embargo, ya yo no creía
En secreto tenia un pañuelo.
Te pedí que no lloraras pero en tu corazón tenías tantas lágrimas contenidas.
Te brindé cada abrazo que pude.
Pero tú no querías salir de ahí donde te pusieron.
Ese rincón donde tu piel de porcelana parecía húmeda y mohosa de tanto llorar
En la penumbra donde tus ojos de miel ya no brillaban
Esperando el día en que tu amo te recogiera y te pusiera cual marioneta.
Ahí estabas tirada todo el día y aunque el sol se asomaba por una ventana y te bañaba con su luz tú querías permanecer sucia, triste, sola.
No fui yo quien rescató a la princesa.
La princesa no quiso ser rescatada
Quería llorar hasta secarse, sufrir hasta morirse.
La princesa siempre está triste
Soy yo quien la hago sufrir.
La princesa y yo sufrimos juntos.

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